viernes, 3 de octubre de 2008

DISCURSO DE LA MINISTRA DE DEFENSA, CARME CHACON, EN EL ACTO CONMEMORATIVO DEL 88 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA LEGIÓN




General, oficiales, suboficiales, señoras y señores, Damas y Caballeros legionarios:
Un día como hoy, hace ahora doce años, una joven profesora de Derecho, tuvo la enorme fortuna de ser seleccionada para participar en una misión de la OSCE en Bosnia-Herzegovina. Estaba llena de curiosidad y de afán de aventuras y quería, si aquello era posible, echar una mano. Compartía, sin saberlo, el espíritu de la Legión. Vuestro espíritu.
¿Y qué se encontró aquella joven profesora en Bosnia? Sí, ya sé que conocéis la respuesta. Sé que conocéis de primera mano lo que ocurre en las zonas devastadas por la guerra. Seguro que incluso hay entre vosotros, más de uno que estuvo en la misión IFOR-SFOR, en el 96. Sé que lo sabéis, pero me honra poder decíroslo hoy aquí, en este día de celebración. Vio muerte y desolación. Vio las sombras del horror y la desesperación en los rostros de hombres, mujeres y niños.
Y junto a estas sombras, ¿qué vio? Damas y caballeros legionarios… Vio vuestra luz. La luz de las fuerzas de paz. La luz de la seguridad. La luz de la Legión. La luz de vuestro espíritu.
Hoy, esa joven barcelonesa, muy unida por vínculos familiares a esta tierra, a Almería, se honra en celebrar con vosotros el aniversario -88 años, nada menos- de vuestra fundación.
Ya sabéis que una de mis primeras decisiones, como Ministra de Defensa, fue visitar a nuestras tropas destacadas en Líbano, en Afganistán, en Bosnia. Durante esa visita tuve ocasión de comprobar el extraordinario trabajo que habéis realizado y estáis realizando.
Un trabajo que, en el caso de Bosnia, prácticamente ha concluido. Lo pude comprobar personalmente en mi reciente estancia allí. Aquellos rostros de espanto y de inseguridad, están llenos hoy de esperanza y de confianza en el futuro. Lo saben muy bien los ciudadanos de Mostar; fueron ellos quienes decidieron bautizar una plaza con el nombre de España; están llenos de agradecimiento por vuestra labor.
Ellos, las poblaciones de los países que ayudáis a reconstruir, conocen la dureza y la transcendencia de vuestra tarea. Pero es vital que lo sepan también todos los españoles; y a mí me llena de orgullo, como Ministra de Defensa, hacerlo público: en los últimos veinte años, cerca de 100.000 soldados españoles han participado en más de 50 misiones de paz situados en cuatro continentes. Y en todas estas misiones, en todos estos años, vuestro paso ha dejado siempre, siempre, un excelente recuerdo y un extraordinario legado de paz y seguridad allí donde habéis estado.
Sois la expresión de una generosidad que comparte la sociedad a la que servís. España es un país que desea a los demás pueblos de la Tierra la misma paz y la misma prosperidad que disfrutan sus ciudadanos.
Sin duda, compartimos este anhelo con el resto de los países democráticos. Pero vosotros ponéis en ese deseo de ayudar a los demás un plus de cercanía y de idealismo. Sois quijotes que no han perdido la cordura, pero lo bastante valerosos como para hacer buena la frase de Cervantes: “El honor es más querido que la vida”.
El honor es para vosotros piedra angular de vuestra existencia. Acabamos de condecorar a ocho legionarios que se han destacado por su valor. Uno de ellos, con carácter extraordinario: el coronel Pérez García, a quien conozco bien porque estaba al mando en Qal’i-now, cuando visité Afganistán.
Toda España puede estar orgullosa de vuestra entrega. Una entrega que incluye la posibilidad de dar la vida. En efecto, todos vosotros, caballeros y damas legionarios, habéis experimentado el dolor de la pérdida de un compañero en acto de servicio. La última vez, el 16 de junio pasado en el Líbano, cuando falleció el cabo Ospina Vélez, que estaba destinado, precisamente aquí, en Viator.
El significado de este sacrificio definitivo lo expresó mucho mejor de lo que yo podría hacerlo nunca, un escritor nacido en el país de origen del cabo Ospina Vélez: “La muerte nos llega a todos. Pero lo extraordinario es imponerse a su libre albedrío y dejarse llamar por ella sólo para honrar la vida misma”.
General, oficiales, suboficiales, Damas y caballeros legionarios, enhorabuena por vuestro aniversario y gracias, muchas gracias por vuestro trabajo y dedicación.
Coronel, ¡mande firmes!
La Legión es hoy, en muchos puntos del mundo, sinónimo de sacrificio por la paz y la seguridad. Ocho de cada diez legionarios han participado, al menos, en una misión internacional de paz. Y la mitad de ellos lo han hecho en más de una ocasión.
La Legión es también un ejemplo de la integración de mujeres y hombres nacidos en otras tierras que quieren contribuir con su esfuerzo a la defensa de nuestro país, que es también ya el suyo.
Una fuerza de élite en la que convivís hombres y mujeres, todos con el mismo valor, todos bajo la misma bandera. Por todo ello, os invito a decir conmigo:
¡Viva España!
¡Viva el Rey!

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