Las cenizas de Cristo (El enigma de Mena) de Pedro Luis Gómez
Accedí a El Corte Inglés, por la entrada de calle Hilera, detrás de una comitiva de políticos. De repente, me topé con el autor, que esperaba a sus dos presentadores: Manuel Chaves y el alcalde Francisco de la Torre. Pedro Luis Gómez estaba a punto de estrenar Las cenizas de Cristo (El enigma de Mena), editado por Arguval y portada diseñada por Fran Ruano, director de Arte de Sur.
Pedro Luis fue mi profesor de Historia del Periodismo Español en la Facultad. Sacamos el mismo trono (yo desde hace 20 años), el del Cristo de la Buena Muerte, cada Jueves Santo. Ambos en el varal A. Presencié en el Teatro Cervantes su pregón de Semana Santa (1993) y me gustó en ese momento cómo lo hizo. Fue apasionado en la defensa del malagueñismo. Y ese sentimiento lo aplicó Gómez a su periodismo. Yo no lo practiqué: en Málaga siempre trabajé, antes de El Confidencial, para ediciones locales o regionales de medios nacionales (Diario 16 y EL MUNDO).
El viernes Pedro Luis congregó a jefes y redactores de Sur. Y a un público muy heterogéneo que abarrotó la sala Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Fue gente que se entusiasma con su discurso y otros que no tanto. Pero nadie quería perderse lo qué decía y cómo lo decía. Prometía espectáculo. Y euforia. La ofreció con creces. Íntimo amigo de políticos del PSOE y del PP, su exclusivo centro informativo es Málaga. Y dos son sus obsesiones: Picasso y el Cristo de Mena. Tengo ahora mismo en mis manos un ejemplar de La Gaceta de Málaga, que dirigía Paco Fadón. El periódico, ya desaparecido, está fechado el 13 de abril de 1989. Lleva un titular a cuatro columnas: “La Congregación investiga la posible aparición del Cristo de Mena”. La información la firma, en las páginas 4 y 5, Antonio Roche.
En las 248 páginas del libro, Pedro Luis se transforma en Adrián Escalada. Y aparecen como personajes reales congregantes de Mena como Vicente Pineda, Ramón Gómez, Álvaro Mendiola… También los periodistas Roche, Ángel Escalera, Antonio M. Romero. La redacción del periódico de Martiricos. Todo un desborde de datos, una trama “trepidante”, según la contraportada. El volumen merece la pena leerlo. A mí me ha hecho ilusión encontrarme con la página 112: “Las investigaciones que la Congregación de Mena lleva a cabo hacen que Francisco Sánchez y José Navarro se encuentren en una conocida gestoría malagueña, 50 años después”. Es la Gestoría Rivera, donde ahora escribo este post. Mi padre grabó la conversación en una cinta y aún la conserva.
Fue una pista más para encontrar ese Cristo tallado por Pedro de Mena y Medrano, un Crucificado de una talla soberbia, ejemplar, justo el mismo que veo en una reproducción de principios del siglo XX y cuya recreación de Palma Burgos llevo sobre mis hombros el Jueves Santo, quizá pensando que cualquier día alguien obsesivo con una historia, como Escalada, lo encuentre detrás de un tabique.
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