viernes, 26 de septiembre de 2008

jueves, 25 de septiembre de 2008

domingo, 21 de septiembre de 2008

jueves, 18 de septiembre de 2008

IMAGENES PRESENTACION "FUNDACIÓN TERCIOS DE EXTRANJEROS"


En la sede de Cajamar, se presentó el día 17 de septiembre de 2008 la Fundación Tercios de Extranjeros en la ciudad de Málaga.
El Tesorero de la Fundación, presentó al conferenciante y Presidente de la Fundación

El Coronel Juan Antonio Díaz Díaz, previamente disertó sobre "Millán Astray y el espiritu de La Legión"

El Co-presidente de Cajamar saludó a los presentes

Aldabonazo del cura a los cofrades

Interesante cronica sobre el Vicario de Alhaurin de la Torre.
Ver igualmente los comentarios.

El Rey participa en un simulacro de rescate de un piloto abatido y en manos enemigas

Chacón reconoce que son 800 los oficiales que han impugnado ya la Ley de la Carrera Militar

domingo, 14 de septiembre de 2008

Hoy, festividad del Cristo de la Buena Muerte


Hoy, La Exaltación de la Santa Cruz.Festividad del Patronazgo del Cristo de la Buena Muerte con La Legión


14 Septiembre
La Exaltación de la Santa Cruz Este día nos recuerda el hallazgo de la Santa Cruz en el año 320, por parte de Santa Elena, madre de Constantino. Más tarde Cosroas, rey de Persia se llevó la cruz a su país. Heraclio la devolvió a Jerusalén.
El cristianismo es un mensaje de amor.
¿Por qué entonces exaltar la Cruz?
Además la Resurrección, más que la Cruz, da sentido a nuestra vida. Pero ahí está la Cruz, el escándalo de la Cruz, de San Pablo.
Nosotros no hubiéramos introducido la Cruz.
Pero los caminos de Dios son diferentes.
Los apóstoles la rechazaban. Y nosotros también. La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano.
Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor. Jesús no ha venido a suprimir el sufrimiento: el sufrimiento seguirá presente entre nosotros.
Tampoco ha venido para explicarlo: seguirá siendo un misterio. Ha venido para acompañarlo con su presencia.
En presencia del dolor y muerte de Jesús, el Santo, el Inocente, el Cordero de Dios, no podemos rebelarnos ante nuestro sufrimiento ni ante el sufrimiento de los inocentes, aunque siga siendo un tremendo misterio. Jesús, en plena juventud, es eliminado y lo acepta para abrirnos el paraíso con la fuerza de su bondad: "En plenitud de vida y de sendero dio el paso hacia la muerte porque El quiso. Mirad, de par en par, el paraíso, abierto por la fuerza de un Cordero" (Himno de Laudes). En toda su vida Jesús no hizo más que bajar: en la Encarnación, en Belén, en el destierro.
Perseguido, humillado, condenado. Sólo sube para ir a la Cruz. Y en ella está elevado, como la serpiente en el desierto, para que le veamos mejor, para atraernos e infundirnos esperanza. Pues Jesús no nos salva desde fuera, como por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente.
Pero el discípulo no es de mejor condición que el maestro, dice Jesús. Y añade: "El que quiera venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Es fácil seguir a Jesús en Belén, en el Tabor.
¡Qué bien estamos aquí!, decía Pedro. En Getsemaní se duerme, y, luego le niega. "No se va al cielo hoy ni de aquí a veinte años.
Se va cuando se es pobre y se está crucificado" (León Bloy). "Sube a mi Cruz. Yo no he bajado de ella todavía" (El Señor a Juan de la Cruz). No tengamos miedo.
La Cruz es un signo más, enriquece, no es un signo menos. El sufrir pasa, el haber sufrido -la madurez adquirida en el dolor- no pasa jamás.
La Cruz son dos palos que se cruzan: si acomodamos nuestra voluntad a la de Dios, pesa menos. Si besamos la Cruz de Jesús, besemos la nuestra, astilla de la suya. Es la ambigüedad del dolor.
El que no sufre, queda inmaduro. El que lo acepta, se santifica. El que lo rechaza, se amarga y se rebela.

sábado, 13 de septiembre de 2008

jueves, 4 de septiembre de 2008

martes, 2 de septiembre de 2008

La primera mujer legionaria